Yo sé que es difícil reconocerlo y que hacerlo trae el peso de la culpa, así que antes de entrar en materia por favor… ¡RESPIRA!
Yo pensé que los días más retadores en la crianza eran los primeros meses, y aunque cada maternidad trae sus propias batallas, hoy pienso que me equivoqué.
A medida que Juana fue descubriendo cosas en mí, algunas maravillosas como mi capacidad de atravesar los miedos más profundos (con la entrada al jardín, por ejemplo), pero otras un poco más oscuras y no hablo solamente del cansancio físico, sino de lo que despierta en ti este nuevo rol, de cómo a medida que va creciendo te vas conociendo en facetas nuevas y desconocidas para ti.
¿Por qué conmigo no fue así?
El tiempo es mío
Me duele dar lo que no recibí
No puedo ser su necesidad
En algunos casos esto no se reconoce fácilmente, porque está en nuestro inconsciente.
Y sigo haciendo…
♥ ¿Qué te sucede?
♥ ¿Qué te dolió tanto?
♥ ¿En qué pudo ayudarte?
“He aprendido a no minimizar lo que me sucedió, solo de esa manera he podido sanarlo”
Es difícil dar lo que no tuvimos, es difícil si no tienes recuerdos de que jugaron contigo, es difícil no gritar cuando te gritaron y es difícil amar si no recibiste amor.
Pero con todo mi amor te digo que la VICTIMA fue la niña que no lo recibió, la adulta que hoy lee esto es RESPONSABLE de darle el amor, el juego, el abrazo, el contacto y el respeto que no le dieron a la niña que habita adentro.
Solo dándote de aquello que no tuviste, podrás darle a tus hijos lo que ellos necesitan, y lo que con tú con todo tu corazón quieres darle.